¿Quién es el guerrero de la luz?

Todo aquel que a pesar de las dificultades cotidianas aún es capaz de luchar por sus sueños.

Un guerrero no se rinde ante lo que ama, encuentra el amor en lo que hace. Cuando sufre una injusticia, generalmente procura quedarse solo para no mostrar su dolor a los otros. Deja que su corazón cure lentamente sus heridas.

Un guerrero muchas veces se desanima, siente que muchas veces nada consigue despertar la emoción que deseaba. Muchas tardes y noches debe permanecer una posición conquistada sin que ningún acontecimiento nuevo le devuelva el entusiasmo. Sus amigos comentan: Tal vez su lucha haya terminado.

El guerrero siente dolor y confusión al escuchar estos comentarios porque sabe que aún no llegó hasta donde quería. Pero es obstinado, y no abandona lo que había decidido hacer. Entonces cuando menos lo espera, una nueva puerta se abre.

El guerrero prefiere afrontar la derrota y después curar sus heridas. Ante los momentos difíciles y dolorosos, el guerrero encara la situación desventajosa con heroísmo, resignación y coraje.

Un guerrero de luz necesita amor. El afecto y el cariño forman parte de su naturaleza, tanto como el comer, beber o le gusto por el Buen Combate. Cuando el guerrero no se siente feliz ante una puesta de sol, es que algo anda mal. En este momento, interrumpe el combate y va en busca de compañía, para contemplar juntos el atardecer. Si tiene dificultades para encontrarla, se pregunta a sí mismo: “¿Tuve miedo de aproximarme a alguien? ¿Recibí afecto o no lo percibí?

Un guerrero de la luz usa la soledad, pero no es usado por ella.

Para el guerrero no existe amor imposible. Él no se deja intimidar por el silencio, por la indiferencia o por el rechazo. Sabe que, tras la máscara de hielo que usan las personas, existe un corazón de fuego.

Por eso, el guerrero arriesga más que los otros. Busca incesantemente el amor de alguien, aun cuando esto signifique escuchar muchas veces la palabra “no”, regresar a casa derrotado, sentirse rechazado en cuerpo y alma.

Un guerrero no se deja asustar cuando busca lo que necesita. Sin amor, él no es nada.

El guerrero de la luz, a veces se hunde en el abismo.

Los fantasmas lo asustan, la soledad lo atormenta. Como había buscado el Buen Combate, no pensaba que esto pudiera sucederle nunca a él; pero sucedió. Rodeado de oscuridad, se comunica con su maestro.

  • Maestro, caí en el abismo – dice-. Las aguas sin hondas y oscuras.

  • Recuerda esto- responde el Maestro-: lo que ahoga a alguien no es la inmersión, sino el hecho de permanecer bajo el agua.

Y el guerrero usa sus fuerzas para salir de la situación en la que se encuentra.

Un guerrero sabe que existe el “efecto cascada”.

Ya vio muchas veces a alguien actuando mal con quien no tenía el valor para reaccionar. Entonces, por cobardía y resentimiento, esta persona descargó su rabia en otra más débil, que a su vez la descargó en otra, formando una verdadera cadena de infelicidad. Nadie sabe las consecuencias de sus propias crueldades.

Por eso, el guerrero es cuidadoso en el uso de la espada, y sólo acepta un adversario que sea digno de él. En los momentos de rabia, refiere golpear una roca y magullarse la mano. La mano termina sanando; pero el niño que terminó recibiendo porque su padre perdió un combate, quedará marcado para el resto de su vida.

Dice el maestro al guerrero, cuando lo ve deprimido:

“Tú no eres lo que aparentas en los momentos de tristeza. Eres mucho más que eso.”

“Mientras que muchos partieron (por razones que nunca llegaremos a comprender), tú continúas aquí”.

“¿Por qué Dios se llevó a personas tan increíbles y te dejó a ti?”

“En ese momento, millones de personas ya desistieron. No se quejan, no lloran, ya no hacen nada; se limitan a dejar pasar el tiempo, porque perdieron su capacidad de reacción.”

“Tú, en cambio, estás triste. Esto prueba que tu alma continúa viva”.

El guerrero sabe que tiene sus brazos para levantarse cada vez que tropiece. A medida que crece y se hace más fuerte, descubre que tienes dos brazos, uno para ayudarse a sí mismo y otro para ayudar a sus compañeros.

El guerrero sabe que ningún hombre es una isla aislada en medio del océano. Sabe que no puede luchar solo, sea cual fuere su plan, siempre depende de otras personas, Necesita discutir su estrategia, pedir ayuda y – en los momentos de descanso- tener a alguien para contar historias de combate alrededor de la hoguera.

Pero él no deja que las personas confundan su camaradería con inseguridad. Él es transparente en sus acciones y serio en sus planes.

Un guerrero de la luz danza con sus compañeros, pero no transfiere a nadie la responsabilidad de sus pasos.

Dice el guerrero:

“Cuando consigas superar graves problemas de relación, no te detengas en el recuerdo de los momentos difíciles, sino en la alegría de haber atravesado una prueba más en tu vida. Cuando acabes un largo tratamiento de salud, no pienses en el sufrimiento que fue necesario afrontar, sino en la bendición de Dios que permitió tu cura”.

“Conserva en tu memoria durante el resto de tus días las cosas buenas que surgieron de las dificultades. Ellas serán una prueba más de tu capacidad, y te infundirán confianza ante cualquier obstáculo”.

Las cuerdas que están siempre tensas terminan desafinando. Por eso aunque no esté con ganas, el guerrero de la luz procura divertirse con las pequeñas cosas cotidianas.

El guerrero sabe perder. Amarga el dolor de las heridas, la indiferencia de los amigos, la soledad de la pérdida. En estos momentos se dice a sí mismo: “Luché por algo y no lo conseguí. Perdí mi primera batalla”. Esta frase le da nuevas fuerzas. Él sabe que nadie gana siempre, y sabe distinguir sus aciertos de sus errores.

A veces el guerrero de la luz tiene la impresión de vivir dos vidas al mismo tiempo. En una de ellas, es obligado a hacer todo lo que no quiere, luchar por ideas en las que no cree. Pero existe otra vida, y él la descubre en sus sueños, lecturas, gente que piensa como él.

El guerrero va permitiendo que sus dos vidas se aproximen. “Hay un puente que uno lo que hago con lo que me gustaría hacer”, piensa. Poco a poco, sus sueños van apoderándose de su rutina, hasta que él percibe que está listo para lo que siempre deseó. Entonces basta un poco de osadía para que ambas vidas se transformen en una sola.

El guerrero confía. Porque cree en milagros, los milagros empiezan a suceder. Porque está seguro de que su pensamiento puede cambiar su vida, su vida empieza a cambiar. Porque está convencido de que cumplirá sus sueños, estos se van cumpliendo.

De vez en cuando se decepciona, recibe golpes, cae. Entonces, escucha comentarios: “¡Qué ingenuo es!”. Pero el guerrero sabe que vale la pena. Por cada derrota, tiene dos conquistas a su favor. Todos los que confían lo saben.

Conoces bien el valor de la persistencia y del coraje. Muchas veces, durante el combate, él recibe golpes que no esperaba. Y comprende que, durante la guerra, el enemigo vencerá algunas batallas. Cuando esto sucede, él llora sus penas y descansa para recuperar un poco las energías. Pero inmediatamente después vuelve a luchar por sus sueños.

Un día, sin ningún aviso previo, el guerrero descubre que no posee el mismo entusiasmo que antes, cada gesto parece haber perdido su sentido. Sabe que el ángel de Aquel que lo inspira está dando un paseo.

El guerrero mantiene la atención concentrada en su lucha e insiste, aun cuando todo parece inútil. Al poco tiempo el ángel regresa, y el simple rumor de sus alas le devolverá la alegría.

Los amigos del guerrero de la luz le preguntan de dónde procede su energía. Y él les responde: “Del enemigo oculto”.

Los amigos preguntan quién es.

El guerrero responde: “Alguien a quien no pudimos herir”. Puede ser un niño que lo venció en una pelea en su infancia, la noviecita que lo dejó a los once años, el profesor que lo llamaba burro. Cuando está cansado, el guerrero se acuerda de que él aún no vio su coraje.

No piensa en venganza, porque el enemigo oculto no forma ya parte de su historia. Piensa solamente en mejorar su habilidad, para que sus hazañas corran por el mundo y lleguen a los oídos de quien lo hirió en el pasado. El dolor de ayer es la fuerza del guerrero de la luz.

Todo guerrero de la luz ya tuvo alguna vez miedo de entrar en combate; ya recorrió un camino que no le pertenecía; ya traicionó y mintió en el pasado; ya sufrió por cosas sin importancia; ya creyó que no era guerrero de la luz; ya falló en sus obligaciones espirituales; ya dijo sí cuando quería decir no; ya hirió a alguien a quien amaba.

Por eso es un guerrero de la luz; porque pasó todo eso y no perdió la esperanza de ser mejor de lo que era.

Info google y salvador suárez