El viaje astral es una de las experiencias más sencillas y seductoras. Muchos aseguran que el momento de la muerte se experimenta un viaje astral, pero sin pasaje de retorno.

El punto más positivo de este viaje es que se puede interrumpir cuando se quiera. Basta con desear de nuevo fundirse con el cuerpo para interrumpir la experiencia sin ningún riesgo.

Lo que se puede conseguir con un viaje astral es un misterio que depende de cada uno. La sensación de extracorporalidad es lo único garantizado, a partir de allí hay quien asegura haber comprendido cosas que en estado normal no alcanzaba a interpretar, haber tenido premoniciones o haber encontrado un nuevo sentido a la vida. Las posibilidades son infinitas. De hecho, hay religiones o creencias que tienen técnicas concretas para conseguir llegar a este estado que para muchos es una comunión con un estadio superior de la vida. Así, tibetanos y budistas adoptan estas técnicas como parte de su credo para trascender más allá de la materia.

EL DESDOBLAMIENTO.

El viaje astral también es conocido como “desdoblamiento”. Se trata de un estado en el que nuestro cuerpo permanece en un lugar y nuestro espíritu se separa de él. Así, ese otro yo inmaterial puede ver el cuerpo tendido y flotar por la habitación o dirigirse a otro lugar sin tener ninguna sensación física.

Normalmente, este estado se consigue durante el sueño, aunque, también existen métodos que permiten alcanzarlo.

El individuo es consciente de que está en la cama y, de repente, siente como si estuviera levitando. La señal de que se está ante una experiencia extracorporal es que se puede seguir viendo el cuero en el lecho.

El final de la vivencia está  marcado por una sensación de caída, tras la cual se despierta súbitamente, a veces con una sensación de susto o sobresalto.

EXPERIENCIAS SIMILARES.

La sensación que se da durante el sueño es sin duda la experiencia más común, pero existen otras más complejas. Por ejemplo, puede ocurrir mientras se está leyendo o contemplando un paisaje agradable. Es cierto, que este tipo de viajes astrales son menos habituales y que, en muchas ocasiones, obedecen a un entrenamiento previo.

También los expertos se han dedicado a estudiar los casos de personas que estuvieron al borde de la vida muerte; por ejemplo, el caso de un enfermo que está siendo operado y se “despega” de su cuerpo y puede ver desde afuera cómo lo operan y recordar lo que dicen los médicos. También hay casos en que, después de un accidente de coche, la víctima ha visto su cuerpo y cómo lo introducían en la ambulancia o trataban de reanimarlo.

El denominador común de todos estos casos es la falta de sensaciones físicas. Al tratarse de una parte espiritual, no se siente dolor, inquietud o miedo; se observa la escena como una película, libre de cualquier emoción o sufrimiento.

LA TÉCNICA MONROE.

Si bien existen varias técnicas para llevar a cabo un viaje astral, una de las más interesantes es la “Técnica Monroe”, que ofrece Robert Monroe.

Este investigador estadounidense tuvo, en 1958, un viaje fortuito que cambió su forma de concebir la vida. Por ello, se dedicó a la investigación de este tipo de viajes con una finalidad práctica. Su objetivo era utilizar esta técnica para solucionar problemas de insomnio. Con esta finalidad creó el Instituto Monroe de Virginia, en Estados Unidos, que dirigió hasta su muerte en 1995.

CREAR EL CLIMA.

Siguiendo la técnica Monroe, cualquiera que lo desee puede realizar un viaje extracorporal. La clave está en seguir algunas pautas. De todas maneras, se debe tener en cuenta que la práctica es la que posibilita mayor dominio de esta técnica.

Monroe ofrece ciertas pautas a seguir, que cualquier persona puede realizar. Estos ejercicios se pueden practicar varias veces, en días diferentes, hasta que se logre tener un perfecto dominio de ellos y, luego, seguir adelante con el resto.

El ambiente:

La habitación debe ser cálida y oscura. Debe usarse ropa cómoda y holgada y es aconsejable desprenderse de joyas y objetos metálicos. También hay que acostarse en una posición confortable con la cabeza orientada al norte.

Respiración:

Es muy importante estar relajado. Cerrar los ojos y respirar rítmicamente. Abrir un poco la boca ayudará a conseguirlo.

Visualización:

Concentrarse en una imagen simple y tratar de conciliar el sueño. Una vez que se alcance tal somnolencia, es imprescindible relajarse profundamente, sintiendo que es posible sumergirse en la oscuridad que nos rodea.

¿CÓMO VIAJAR?

Concentración:

Para lograr las vibraciones que anuncian el comienzo del viaje, debemos concentrarnos en un punto situado a unos treinta centímetros del cuerpo. Poco a poco, este punto debe extenderse a una distancia de dos metros y desde allí dibujar mentalmente una línea paralela hasta nuestro cuerpo. Enfocando este plano, deben sentirse suaves vibraciones en todo el físico.

Vibración:

Una vez percibidas las vibraciones, deben guiarse mentalmente por todo el cuerpo, desde los pies a la cabeza. Cuando lleguen a este punto, se estará listo para emprender el viaje.

Flotar:

Conseguir abandonar el cuerpo implica una gran concentración. Para lograrlo, se debe trabajar sobre la idea de cuán placentero resultará poder flotar realmente, de este modo la concentración debe dirigirse a cada sector del cuerpo; se puede comenzar por los miembros inferiores, relajándolos tanto que se sientan livianos, casi imperceptibles, luego las caderas y en abdomen, los miembros superiores y, por último, la cara y la cabeza.

Si se aplica el tiempo necesario a cada parte del físico (difiere en cada persona) se notará cómo el cuerpo empezará a flotar placenteramente.

Volver:

Para retornar al cuerpo físico, tan solo es necesario concentrarse de modo inverso a flotar, o sea, comenzar a sentir la fusión con el cuerpo físico, que es más pesado que el espiritual y que, por tanto, volverá a bajar.